domingo, 20 de marzo de 2011

Escenas de la vida conyugal (parte I?)

Encuéntrome atrapada entre la memoria del yo cáustico y descreído, y la nGaga actual, decía yo la vez antepasada, a resultas de lo cual me salió un estilo sombrío y hueco la última vez. Pero ésta abandono toda precaución* al viento para contarles un poco de mi última semana, tan rosa, pero tan rosa, que el fondo de este post les va a parecer aguadito.

Del principio de la semana no me acuerdo, lo cual no es raro porque por lo general el lu-ma-mie se pasa con 14 horas de trabajo, y pérdida de memoria subsiguiente. El jueves a las 9:30 pm casi tiro la mac al carajo del susto que me pegué al escuchar unos golpes atrás mío. Me doy vuelta y lo veo con la cara contra el vidrio, la boca bien abierta, y los puños ya apretados contra sendos utensilios de cocina imaginarios. La similitud superficial con el tango Cafetín de BA me inclinó hacia la idea de "Es tarde, tengo haaaame;" agarré mis cosas al vuelo, y su bailecito entre simiesco y pajaril me confirmó mi sapiencia. Hace tiempo que queríamos hacer fried rice con el ananá que compramos maduro hacía 3 semanas, y la receta recomienda preparar el tradicional Thai pineapple fried rice con un arroz algo viejo, por lo menos un día. Como somos personas muy organizadas, el domingo a la noche ya lo habíamos hecho (y consecuentemente olvidado, a decir verdad). Lamentablemente, no fuimos tan precavidos con el resto de los ingredientes, así que nuestro fried rice tenía garbanzos en lugar de arvejas, cebolla comunarda en lugar de echalots, pistachos en lugar de cajú, ciruelas en lugar de pasas de uva, sopa de sobre en lugar de caldo. Pensamos en remplazar el azúcar por miel, como para mantener el espíritu, y fue por poco que lo convencí que una ensalada de avocado y queso rallado no era un equivalente apropiado para la ensalada de mango y coco rallado que proponían como acompañamiento.

La noche del viernes comienza parecido, excepto que esta vez fui yo a buscarlo a las 8 pm, porque no había parado para desayunar, almorzar, o tomar la leche, y además, por alguna razón, tenía un poco de hambre. Le dimos al diente en el resto indio de la vuelta, y caminamos bajo la lluvia unos veinticinco minutos, hasta que yo recordé que él siempre pasea un paraguas en su mochila. Aunque estábamos a 2 cuadras de nuestro destino insistí que lo sacara, y luego aproveché la cercanía y codependencia que nos imponía el paraguas para caminar un poco cruzado, lo cual nunca falla para ofuscarlo. Mientras esperábamos la banda, nos dimos cuenta de que, a casi dos años de haber adoptado a Spot (nuestro perro imaginario), teníamos ideas completamente distintas de cómo es: Para el parisino, Spot no llega a 20 cm de altura; para mí es un poco más grande que un Huski, y por lo tanto, era imposible que - como argüía el novio - se hubiera escondido entre la batería y el bajo. Estábamos de acuerdo, sin embargo, en que tiene tendencia a estar algo mugriento; y evidentemente es el mismo perro que los dos imaginamos, porque cuando tocaron "El blues del gato", y yo hice un paneo con el dedo hacia la salida, los dos supimos que Spot se había ofendido con los jazzeros. No lo vimos a la salida, sin embargo, lo cual no nos sorprendió. Nos montamos en la cola del metro, y jugamos carreras en cada parada (te bajás, y tratás de subirte al vagón más lejano posible antes de que el tren parta de nuevo). Sí, la gente nos mira cuando hacemos cosas así. Creo que cuando hay un solo loco uno se lo perdona. Cuando es una pareja con cara de académicos llama más la atención.

Ayer la mañana pasó linda. Entre las cosas que puedo contar sin sonrojarme, empezamos un capítulo nuevo del libro que estamos leyendo, así que el mediodía nos encontró todavía en la cama, discutiendo acerca de si los cambios en las instituciones alemanas despues de las invasiones de Napoleón eran un experimento natural limpio (como decía el autor) o no. A la tarde fuimos a trabajar a un café, cuestión de evitar ciertas tentaciones en el departamento, y además sentirse menos responsables por el estado general mugrístico del lugar. En el camino de vuelta paramos a tomar una cerveza, y comer unas tapas, y terminamos hablando de los subtipos de científicos (el empresario, el funcionario, el part-timer, y el converso) y sus características. Después volvimos a casa y, a pesar de ser las 9, decidimos darle al laburo un par de horas más, hasta que yo de nuevo quebré, hice pan (horrible) y una tarta (aceptable), y después lo hinché hasta que abandonó también. Vimos una peli japonesa deprimente y violenta, así que después lo obligué a ver mi parte preferida de Howl's moving castle (nótese el ruido que hace el perrito).

Hoy también la mayor parte fue trabajo (e ignorar la mugre, aunque de maneras distintas: en un momento vi el polvo que había en el pasillo, y lo barrí hacia el centro de la cocina, de manera tal de obligarnos, la próxima vez que entráramos, a hacer la hinchazona parte de la palita; cuando volví, la mugre ya no estaba ahí, sino en un rinconcito, donde él la había metido para no deber enfrentarla.) Pero rescato el almuerzo, afuera porque hacía lindo. Anoche soñé que nos casábamos, así que hoy empezamos a planear la boda. Al principio, pensamos hacerla en el Polo Norte, porque Spot quiere ir a visitar su novia, que vive en Groenlandia. Él sugirió que Noemí, una mujer miniatura rusa-ucraniana que conoció él en un aeropuerto, y que, luego de hacerse famosa por su creación de medias dispares de alta costura producidas en masa (de allí la conexión con E, quien por vagancia raramente combina las medias), diseña escafandras para la NASA, podría hacer un vestido que me mantenga calentita a pesar del clima. Parece que Ninnnis el finlandés vendió su submarino, así que tendríamos que arreglar otro medio de transporte. De cualquier forma, el catering lo va a hacer Abel Bellota, mi buen amigo argentino que viene de una familia muy metida en la agricultura (su abuelo plantaba papas, y su padre se casó con una batata, así que ahora Abel tiene acceso libre a toda suerte de vegetales muertos -- parece que en el mundo de las verduras, devenir sopa es un privilegio). Para la música pensamos en los enanos de Papá Noel, que se las arreglan para todos los estilos - jazz manouche, vals, cumbia - todo, claro es, excepto los jingles navideños (pobres, están super-traumados). Ahora el problema es, ¿cómo sacarse de encima al borracho de Papá Noel?? Le conté que algún incauto lo había invitado al casamiento de la hermana de Gladys (una elefanta a quien le encanta chismorrear y que nos llama cada vez que estamos cerca de un zapato, un lapiz, o cualquier otro objeto cuyo largo cubra la distancia entre la oreja y la boca) y que la había manoseado a la mamá de Gladys. Claro, no lo queremos invitar, pero tampoco podemos dejar que se enoje, porque si no después no vamos a tener regalos en Navidad. Y ahí se nos ocurrió una idea buenísima: Lo hacemos el 24 de diciembre, cuando los enanos están libres pero Papá Noel ocupado; en el Polo Sur, donde vamos a tener un día de 22 horas; y que igual está cómodo para la novia de Spot, porque toma la carretera interpolar por el centro de la tierra, y llega en dos patadas, sobre todo el 24, cuando no hay nada de tráfico. Qué bueno que ya tenemos todo resuelto.

* La verdad que me da un poco de vergüenza, bah, una vergüenza triple todo esto. Sobre la una mano, me doy cuenta de que estoy en mi salsa, que objetivamente esta relación anda bien, y que conozco poca gente con quien pueda coordinar en intereses tan bien como está representado en esta entrada. Seriously, ¿quién otro va a ser tan trabajólico, al mismo tiempo que puede pasar un almuerzo entero discutiendo un casamiento imaginario e inventando personajes conmigo, e incluso terminar la discusión con un abrazo fuerte y un "t'es fantastique, je t'adore"? Sobre la otra mano, sospecho que ésta es la "parte I". Está claro que la gráfica (tiempo en el eje x, bienestar conyugal en el y) tiene algunas variaciones, altos y bajos, con un promedio corriente que, en los más afortunados, sube en el primer año, se mantiene estable por un tiempo, y luego, más tarde o más temprano, se precipita a las profundidades del divorcio, del odio, del aburrimiento, del desinterés, o de la costumbre, hasta el punto que uno mira para atrás y no entiende cómo puede haber estado tan enganchado. Y ahora que me asomo desde este nuevo vagón a mis viejos mensajes, veo el cambio, me doy cuenta de mi propia incoherencia, mi auto-ceguera. Ustedes nunca podrían haberse dado cuenta, pero la misma persona que hoy firma esto y que hace 2 años se juraba curada de los hombres anotó en un comentario al segundo post ever published on dingalingliga (registered trademark) "cómo me voy a divertir en París con este hombre", este hombre siendo aquel en quien decía no tener ningún interés whatsoever hace 2.2 años y con el que ahora convive. Así que, sobre la tercera mano, con esta entrada me preparo a que llegue un día en que lea estas mismas palabras y piense, "pero qué pedazo de retardada, ¿cómo yo, yo mismita, pensé que uno podía ser feliz siendo de a dos?" o alguna otra cosa que, con la sabiduría del tiempo, haya podido ver en el ahora y que ahorita se me escapa. En definitiva, el punto número 2 (o b) de la entrada última de Dinga, acerca de las anteojeras enanísticas que nos impiden ver lo evidente.

1 comentario:

Dinga dijo...

Tengo mucho para comentar...pero poco tiempo. No, mentira, es que todavia lo estoy procesando.
Ya vengo...ya vengo.