sábado, 26 de febrero de 2011

Era Rodolfo, un Reno.

Llegamos, entonces, al climax de online dating, porque estarán ustedes de acuerdo conmigo en que luego del Futbolero J, que quiso ser mi novio en dos días, y dos días después me devolvió con una estampilla en la frente que decía “no quiere mirar fútbol todo el fin de semana, no sirve”, nada puede ser peor. Pero soy yo, Dinga, y en la vida amorosa (?) de Dinga, todo siempre puede ser peor.
Fue así que cuando aun me encontraba shockeada por la noticia, mi amiga Ng me preguntó si iba a volver a aventurarme al online dating, y yo, después de meditarlo un poco, dije…y masi…vamos a ver. Y entonces comencé una interacción con Reno, the Reindeer, Reindeer Limon (ese era, exactamente su nombre, en ingles, claro).
Resulta que Reno, después de unos varios emails, extremadamente acartonados para mi gusto, con un estilo muy OCD, decidió proponer un encuentro, y como Reno se jactaba de ser nativo de Ohio y de conocer muchos buenos lugares, y como también se jactaba de varias muchas otras cosas (como por ejemplo, los intereses mas diversos, a saber: skydiving, paraglading, traveling, iceskating de velocidad, music of all kinds, archaelogy, museums, mechanic stuff such as cars, planes, motos, swimming y probablemente sigue la lista pero no me intereso conocer mas) y que ante cada comentario mío el retrucaba con un: funny that you mention that, I was in the swim team, funny that you mention that, I participated in an archaelogical dig, (aunque muchas veces, mis comentarios no tenían relación alguna con su "funny that you mention...retruque) Reno se afanaba por poner en evidencia aquellos variados intereses de los cuales se jactaba y yo no hacia mas que pensar “que tiene que ver el culo con la sociedad de fomento”. En fin...Reno se jactaba de todas esas cosas, y yo las ponía en una lista mental, una al ladito de otra, juntas con su trabajo: algo de computadoras y redes que por supuesto no entendí, un poco por desinterés y otro poco porque la descripción tenia muchos acrónimos y siglas que yo desconocía y no me preocupe por descifrar. Entonces, decía, yo hacia la lista mental de sus variados intereses, y, to say the least, yo pensaba...hmmmmm variados indeed! Y asi se me iba perfilando, una persona super estructurada con un gran esfuerzo (tan autoimpuesto como mi paciencia) por demostrar y demostrarse lo contrario y to, for a change, think outside the box…poor thing.
Así que Reno decidió que iba a ser mi travel agent, y después subió de categoría y decidió que iba a ser mi tour guide here in the Buckeye state. Entonces se le ocurrió, que para nuestra primera cita podíamos ir a un National Park que queda en nosedonde, a más o menos 2 horas de acá, para ver...no se muy bien que, porque Reno argumentaba que era lindo y tenía un lindo visitor center (sería lindo porque te dan lindos folletos?) y un pequeño museo....Yo sacudí rápidamente mi perplejidad y pensé...si, lindo el parque, el visitor center y el pequeño museo de vaya a saber que, seria tan pero tan lindo visitarlo...pero: en verano, con una persona querida, hacer un picnic en el tan mentado parque, y no tener que aguantar a un desconocido 2 horas en un auto. Entonces, corriendo el riesgo de parecer una conchuda (que total ya lo soy) dije...si, que lindo, pero lo dejamos para cuando haga un poquito más de calor y no este nevando, no te parece? Ah si...dijo Reno, hace sentido. La cosa es que, Reno que ya mostraba más a las claras su OCD, quedo descolocado ante mi negativa y se vio forzado a buscar otra actividad, para nuestra primera cita. Y yo le decía, no te preocupes, podemos hacer cualquier cosa. La organización le llevó unos buenos, 20, quizás 30 minutos, y mi libido caía en picada, y cuando finalmente decidió, después también decidió indicarme donde tenía que estacionar (¡!!).
La idea original de Reno, había sido ir al parque, a las 12 del mediodía del domingo. Habiendo quedado el parque descartado, cruzaba yo mis dedos para que lo atacara un rapto de sentido común y se diera cuenta, que el domingo yo no tenía mucha voluntad de levantarme temprano especialmente para ir a una cita con él, con Reno. Entonces dije...y no te parece mejor a la tarde temprano? Considerando que yo tenía 1 hora y media de viaje. Ah si, bueno, pero al final, cuando ultimó los detalles (que a mi entender ya estaban ultimados) dijo, ah bueno, entonces el domingo a las 12, no? Emmmm mi idea de tarde temprano son as 2, las 3, las 4 ponele, pero sabes que? si dale nomás, encontrémosnos a las 12.
No se si recordarán Ng, querid@s lector@s, el dibujito del gallo Claudio, aquel que decía, pásame la bola, chico.
Y te preguntaras Ng, el porque de la conexión...no, no es una conexión zoológica Reno=Gallo, es que el buen muchacho Reno (como Rodolfo el de la nariz roja) hablaba TAL como el gallo Claudio (que lo puedo imitar, si el blog tuviera sonido). Error gravísimo de mi parte, no haber hablado por teléfono previo al encuentro.
Y así fue. El primer shock fue la llamada que le hice cuando llegaba al encuentro, es decir, al estacionamiento donde Reno me había indicado estacionar. Reno era bajo, o alto como yo, tenia el estilo de no tener estilo: jeans de abuelo, unas zapatillas como de escalar montañas, una remera lisa, un gorro de pitufo y unos guantes de lana muy calentitos y peludos. Reno hablaba como el gallo Claudio, y se entrecortaban sus palabras, interrumpidas por su gran nerviosismo. A Panera (referencia para los que no viven por estos lados: una cafetería) nos dirigimos, porque Reno quería caminar por el campus de OSU, y yo, volví a recordarle, que hacia 2384902390 grados bajo cero y que prefería ir a sentarme en un lugar donde no se me congelara la nariz. Ah si, hace sentido, dijo Reno. Y pedí un café, regular, chiquito, Reno había dicho que era su treat (es decir, que pagaba él), faltaba menos, pensé yo) y nos sentamos. Reno sacudía las manos, de un lado a otro, no frenéticamente pero con un movimiento de incomodidad, como diciendo, tengo estas dos cosas acá y no se que hacer con ellas. Yo, con calma Zen, comencé una charla quien sabe porque y sobre que, mientras me decía a mi misma: no menos de una hora, para no quedar como una irrespetuosa, pero tampoco más. Y pronto me puse a hablar de mi trabajo, y entonces comenté que mi jefa que es tan desorganizada, me había avisado a ultimo momento que tenía que hacer un trabajo para el lunes y que entonces me iba a tener que dedicar a hacer eso, lo mencione, así como al pasar (tan rápido como mi imaginación me permitió inventar la mentira), pero seguí hablando. Seguí y seguí, y me escuchaba mis propias palabras para no escuchar mis pensamientos y por la ventana los enanitos verdes me decían: pero que corno, que CORNO estas haciendo acá?
No permití que Reno metiera bocado, no me intereso escucharlo. No toleré su nerviosismo, ni su inseguridad, ni su sonrisa incomoda, ni su voz de gallo Claudio, ni sus jeans de abuelo, ni su voluntad de demostrarme como había estudiado cada uno de los detalles de mi perfil y de mi facebook.
Y cuando me aburrí de escucharme a mi misma, le dije que me tenia que ir. Reno había intentado llevarme a caminar, otra vez, para mostrarme no se que edificio de la universidad, y yo muy amablemente, me disculpé y dije, la verdad que hace mucho frío y yo no tengo gorro de pitufo ni guantes de lana, así que paso...y la cita terminó, en una esquina, porque Reno no tuvo la amabilidad de acompañarme hasta el estacionamiento (que estaba 1 cuadra más allá), cosa que agradecí, eternamente.
Amargura me produjo, y tristeza. Y me quedé como con un vacío acá, en la boca del estomago (que nunca se muy bien donde se ubica, pero es acá, en algún lugar de la panza) y con la firme idea de "I am absolutely done with this dating shit!" Y lo único que quería hacer era irme a mi casa y llorar, llorar de amargura y tristeza, llorar de vacío acá, en la boca del estomago. Pero no me fui, porque había quedado con la chica de Columbus una potencial amiga que conocí en el verano y que aparece once in a blue moon, y entonces me quedé. Y yo, que tengo siempre los astros tan bien aspectados, le pedí a la chica que me diera la dirección de su casa (ahí es donde habíamos quedado en vernos) para rápidamente conocer que la chica vivía justo al ladito del Futbolero J. Ponele que podría haber vivido en Echesortu, o en Alberdi, en el barrio Toba o en zona sur, es decir, las mas diversas locaciones que bien ofrece una ciudad grande, pero no...porque claro, la manada de rinocerontes que algún día meo mi destino, se hizo notar. Y entonces yo, que ya había recordado a El Futbolero J en el momento en el que Reno demoraba incontables minutos para organizar una salida y que indefectiblemente compare, me vi sumida nuevamente en la mas profunda soledad, sin haber recuperado aun mi corazón roto y tuve que enfrentarme a pasar por su casa, y a revivir, los no tan lejanos recuerdos.
Con la chica la pase bien, charlamos bastante. De Reno me olvidare en pocos minutos (y no digo que ya lo olvidé, justamente porque lo estoy recordando todo para contarlo con fehacientes detalles), de que el corazón me duele por un tonto que me lo estrujo como un trapo rejilla me olvidaré algún día, pero el cansancio y la amargura que todo esto me produce, no sé...eso no se si lo olvido.

viernes, 25 de febrero de 2011

Easy come, easy go. O...30 dias y le devolvemos su dinero.

Me siento tan rebelde como aquel día que la Chiqui dijo “carajo mierda” y quedó registrado para la posteridad. Hoy yo, la Chiqui Dinga, que sé que me debo a mi público, me rebelo y digo “carajo mierda”. Sé que querían detalles, pero les juro que intento, intento con mi mayor dedicación, pero escribo algunas oraciones y no puedo seguir. Entonces, mis querid@s lector@s, voy a tener que darles una versión cortita y al pie, para ver si de momento podemos poner a un costado la historia con El Futbolero J y darle para adelante. Es decir, ofrezco aquí un relato muy sucinto de los hechos ocurridos, sin entrar en reflexiones, hipótesis, conjeturas o detalles.
Primer encuentro: sábado a la noche, bien. Amague con irme a mi casa al terminar la cita pero la niebla en el camino me impidió llegar, pegue la vuelta y me quede en lo del Futbolero J.
Segundo encuentro: martes siguiente (creo, ahora se me borra) fui a su casa y a la mañana siguiente ambos partimos de viaje (cada uno a un destino diferente)
Durante las vacaciones de acción de gracias, yo, además de dar gracias y comer pavo hasta decir “no de nuevo, decía” recibí innumerables textos del Futbolero, quien, promediando el viernes o el sábado me dijo que me extrañaba, y me dijo que le había dicho a su jefe (con quien compartía el viaje) que estaba en una relación seria.
Tercer encuentro: domingo a la noche, de todos modos, mientras manejaba de regreso de Chicago hacia Columbus, El Futbolero J intentaba convencerme por teléfono que el quería una relación, que estaba convencido y yo, que de golpe vi un enanito verde en la ventana de mi auto que me decía: alerta alerta, le advertí (no al enanito, sino al Futbolero) que no me apurara, que era pronto y que debía entender que yo me había quemado con leche y que él era una vaca (no por lo regordete, digo).
Cuarto encuentro (no recuerdo si fue martes o miércoles) el futbolero vino a mi pueblucho. Refunfuñando porque se había perdido en el camino, aun cuando le dije infinidad de veces que NO agarrara por la salida 16.
Quinto encuentro: (jueves) fui yo, El Futbolero me llevó al aeropuerto y yo partí a una conferencia, volví el viernes. Estaba estipulado que el sábado siguiente, íbamos a ir a ver un partido de hockey (¿??) con el, su jefe y la esposa del jefe. Yo había dicho que si a la invitación pensando que el me invitaba a mi sola, y en un gran intento de demostrar mi tolerancia pense, bue…ponele que un partido de hockey no es mi idea ideal de “nuestra primera salida” pero bueno…tiempo después me di cuenta de que era una double date, con gente que yo no conocía. Y la ecuación que hice fue, si nunca salimos solos, si nunca hicimos más que quedarnos en su casa o en la mía, porque vamos a salir con otras personas? No deberíamos primero consolidar lo nuestro? (enanitos again). Así que, el sábado fuimos al partido, no la pasee mal. Domingo vinimos al pueblo ya que yo tenia que hacer mis valijas, volvimos a Columbus el mismo día, el lunes el se fue a trabajar at the crack of dawn, y yo espere hasta la tarde, cuando me llevó al aeropuerto ya que yo partía para Argentina.
Durante mi estadía en Argentina hablamos todos los días, el manifestaba su impaciencia, cuanto me extrañaba, cuantas ganas tenia de verme, y yo, fui cayendo y cayendo, devorada por las fauces de unas migajas de atención, que comparadas a la ausencia total que había tenido en relaciones previas, parecían relucir como oro.
Volví luego de 23 días, pasamos mi cumpleaños juntos, que estuvo bien, pero no excepcional. Yo, estaba contenta, sonreía, me sentía querida, me sentía importante, El Futbolero me mandaba mensajes, me decía que me extrañaba, era afectivo, cariñoso, pero era también chinchudo, medio gritón, intolerante, impaciente, también egoísta (enanitos, again) y cada vez más insistente con mirar futbol.
Dos semanas después de mi regreso, tuvimos nuestra primera discusión, que fue justamente, acerca de mirar futbol. Pero en ese momento, también dije cosas como: no sabes nada de mi, porque jamás me preguntas nada y cuando te cuento cosas, permaneces en silencio, dije también que estaba bien que mire (es decir, miremos) futbol, pero que como los fines de semana eran los únicos días para vernos, podíamos tratar de hacer alguna otra actividad. El Futbolero J, a regañadientes, pareció estar de acuerdo. Pero a la semana siguiente, ocurrió otra vez lo mismo, yo refunfuñe otra vez, el dijo que no quería discutir, yo insistí un cacho, el dijo que no le interesaba hacer ninguna otra actividad, y ahí los enanitos comenzaron a dar saltos alrededor mío.
El Futbolero J se enojo, se ofusco, y permaneció ofuscado hasta el día siguiente, y quien sabe cuanto más. Al día siguiente, yo esperanzada de que “al nuevo día había que vivirlo con alegría” me tope con su mal humor que no solo continuaba sino que parecía haberse agravado, y entonces, él pronunció las tan comúnmente citadas palabras “no sé si quiero seguir, necesito tiempo para decidirlo” Yo, Dinga, que no entiendo de tiempos, que no sé nada de paciencia, que no comprendo la necesidad de espacio, y que encaro estos temas simplemente, no comprendí. Pero di tiempo, di espacio, y di silencio.
Unos días después El Futbolero J reapareció (vía mensaje de texto a las 6.00AM) y propuso una charla (por teléfono), en la charla charlé yo, y él dijo que seguía sin estar seguro. No voy a decir aquí lo que le dije a él, pero puedo resumir diciendo que expuse mis ganas de seguir, me disculpé, dije que entendía que tenia cosas para cambiar, dije que me parecía que sentíamos cosas fuertes como para tirarlo todo por la borda, y ante la indecisión del Futbolero, me llamé a silencio, nuevamente. Unos días después, El Futbolero J me dejó oficialmente, por mensaje de texto, a las 5.40AM. Y así fue, como lo que rápido vino, rápido se fue. Y yo quedé, un viernes a las 5.40AM despierta, con los ojos abiertos como el dos de oro, con el ancho de espada clavado en el corazón y con todo el fin de semana por delante para decir: “quiero retruco” pero no lo dije y me fui al maso, o mejor dicho, me fui al sillón, donde permanecí con pijamas hasta el lunes siguiente, pensando en que no me faltaba envido, sino un novio que me había durado lo que un pedo en un canasto.

martes, 22 de febrero de 2011

A punto de pisar el palito

Online dating es más o menos como un supermercado de personas, pero más bien un supermercado de saldos y retazos (como diría mi amigo Pablo) en donde tenes que revolver y revolver para encontrar el menos peor. No solo eso, sino que es diametralmente opuesto a lo que el saber popular dice…el amor se da de manera natural, porque un día estabas en la cola del supermercado, se te cayó el paquete de toallitas, el chico que estaba atrás lo levantó y en ese instante se miraron, se gustaron y ahí comenzó una gran historia de happily ever after. Una cenicienta moderna, ponele. No, online dating es absolutamente distinto, es meter las manos en el canasto y buscar y buscar, descartar los horrorosos y mandarle un mensaje a uno que más o menos parece zafar.
Me aboqué al trabajo, minucioso, de horas, un trabajo por el que no te pagan, sino por el cual tenes que pagar, pero es una inversión, ponele. And hard work pays off, right? (estratagema que solo parece funcionar en el ámbito profesional, pero no en el amoroso).
Aferrada a la perseverancia (perseverancia que siempre fui acusada de no poseer), comencé un día a charlar con El Futbolero J (una de las tantas Jotas en mi vida). Primero chat hasta que un par de días después tuvimos una charla por teléfono. Todo se daba bien, se daba con la naturalidad que el acto en si de online dating no encierra. Charlamos como si nos conociéramos, y entonces decidimos conocernos. Antes del encuentro, había visto algunas fotos, El Futbolero J no era, digamos, muy easy on the eye, es decir, no era uno de esos pibes que te das vuelta a mirar por la calle, se lo veía medio regordete, o mejor dicho, con panza y papada de cerveza. Pero como en el supermercado de saldos y retazos hay que elegir el menos peor, decidí concentrarme en otras cosas: era ateo, parecía tener un trabajo relativamente bueno y estable, escribía sin errores gramaticales ni ortográficos, tenía una voz muy linda, muy masculina, muy assertive (no me acuerdo como se dice en español), parecía tener un cachitin de chispa, dos dedos de frente, cinco dedos en cada mano, y un pasado complicado que seguramente me atrajo. Y entonces, decía, luego de un par de días de chatear, una charla telefónica y varios mensajes de texto, decidimos encontrarnos, ya que, como venían las vacaciones de invierno, yo comenzaba un periplo que me alejaría del villorio en el que habito, entonces fue algo así como un “ahora o nunca”, y ese apurón que fue en cierta medida causado por mi inminente partida, fue, digamos, una constante en la ¿relación?.

martes, 15 de febrero de 2011

Al final, eso de la catarsis no era tan cierto Aristoteles! nos engrupiste...

Hace un tiempo, ya bastante, me llamé a silencio y ante los reclamos reiterados de mi co-autora Ng, yo repetía: cuando lo que me ocurre me lastima el corazón, me cuesta narrarlo en tono de blog. Las cosas que me ocurren, son siempre, como parte de una película. He llegado a pensar que mi misión en la Tierra era entretener a mis amig@s, allegados y seguidores de blog con mis irrisorias historias de interacción con hombres (ya que no todas califican como historias de amor). Pero sabrán comprender ustedes, que cuando la historia llega a categoría de amor, y el amor que yo doy es normalmente no retribuido, o es pseudo-retribuido, entonces cuesta…cuesta.

Volver a escribir el blog fue un impulso catapultado por mi cita con Rodolfo, el Reno (Reindeer Limon) de quien hablaré pronto…tengan paciencia. Pero la cita con Reindeer fue catapultada por mi corazón roto. El corazón me lo rompió El Futbolero J. El Futbolero J fue, digamos, mi primera cita, ya que Reindeer fue la segunda. El Futbolero J se convirtió en más que solo una cita, y ahí viene lo del corazón roto. Así, con el corazón todavía agujereado, partí a mi cita con Reindeer, y así con el corazón todavía agujereado, intento escribir el relato de lo que pasó con el Futbolero J, pero cuando intento, me viene el bloqueo de la pagina en blanco, o mejor dicho, me viene el bloqueo de la tristeza todavía muy a flor de piel y entonces vuelvo al problema de no poder relatar en tono de blog, aquello que aun me duele. Porque todas sabemos, el dolor de corazón (y a riesgo de parecer extremadamente cursi) no es lo mismo que el dolor de cabeza o de panza, el dolor de corazón no se va con una aspirina (o un tetralgin en mi caso), se va, normalmente, cuando el Dr. Tiempo proporciona tratamiento. Y entonces me pongo a escribir y dudo, dudo porque todavía duele, dudo porque escribirlo brings it back, dudo porque no sé si incluir detalles o decir, El Futbolero J me rompió el corazón porque yo, Dinga, tonta como siempre, permití que me lo rompiera, y pienso, capaz lo único que tengo que decir es eso. Pero no, también sé que capaz vale la pena contar los detalles. Lo dejo a criterio de ustedes, Ng, y nuestr@s lectores. Y yo que, como tengo por misión en esta Tierra entretenerlos, y como la Chiquita Legrand (tiene una H en algún lado pero no recuerdo donde) me debo a mi publico, les pido que elijan: largo y con detalles o corto y al pié? Escucho pedidos.

La propaganda de la tele dice: 1 de cada 5 relaciones comienza en un sitio online.

En el café en el que me encuentro, ocupo una mesa de dos (porque no existe la mesa de uno) y la chica que viene a atenderme me pregunta si somos dos y yo le contesto que no, que just one. Just one es como duplicar la soledad, “solo una”.

Alrededor mío hay parejas, o, para hacerle justicia a la verdad, vamos a decir que hay gente de a dos, si lograron emparejarse o no es harina de otro costal. Porque estar de a dos, no significa ser de a dos.

Y eso mismo era lo que quería mi entorno (como diría “el Diego”), que me emparejara, que esté de a dos y que también sea de a dos. Me deseaban el bien, ponele. Pero en mi caso, ser o estar de a dos, nunca es bueno. Tanto tanto, que lo descubrí un día que charlando con mi amiga Marian (que no solo quiere que me empareje, sino también que vuelva a Argentina, cosas que, evidentemente, no suceden) charlábamos decía, y ante sus buenos deseos de “ya vas a ver que va a aparecer alguien” yo repliqué: no quiero una relación, no quiero problemas. Marian contribuyó a mi descubrimiento, que no era feliz, por cierto. Y no es que antes no me hubiera dado cuenta, es que decirlo, así, las dos palabras una al ladito de la otra, relación=problema, hizo que quedara todo mucho más claro. Seguí entonces, por un tiempo largo, refugiándome en el trabajo, hasta que, de tanta insistencia y tanta comprobación empírica del suceso y los beneplácitos del online dating, un día sucumbí.

Mi incursión en el sitio de citas fue tímida, así como metiendo la patita en el agua para ver si está fría mientras de lejos se escucha el grito de alguien que te dice: “te tenes que meter de golpe, así no se siente el frío”, es decir, no por timidez real, sino más por vergüenza. El punto es que, aun sabiendo que poner una foto me hubiera garantizado muchos candidatos el miedo de que algún conocido me vea (léase: alumnos, colegas, vecinos, etc) fue demasiado fuerte.

Mi excursión por el sitio de citas fue, en primera instancia, espeluznante. Y en vez de encontrar tipos que me gustaran pensaba, los dentistas, por ejemplo, deberían frecuentar estos sitios, pero no para buscar novia o novio, sino para ofrecer sus servicios (ya sea de limpieza, enderezamiento o colocación de dientes). Podrían visitar el sitio también los vendedores de shampoo ya que a varios no les vendría mal una lavada. Y ni hablar, la cantidad de candidatos que deberían comprarse un nuevo cuaderno Rivadavia y empezar primer grado, otra vez, y que la Srta Alicia (les puedo prestar mi Srta Alicia que era tan buena) les enseñe que antes de b o p m pondré. A estos últimos, les damos un changuin (como dirían la China y Ng) ya que bueno, esto de la ortografía en ingles se da complicado.

Del primero con el que hice contacto, no me acuerdo mucho. Un poco por mala memoria y otro poco porque no llegué a saber nada. No llegué a saber nada porque la primera interacción –que por ser por escrito, estuvo decorada con muchos errores gramaticales y ortográficos- dejó al descubierto su (la del pibe) más absoluta simpleza, esa simpleza llana, como la Pampa. Entonces, decía, no llegué a saber nada porque luego de la primera interacción, no hubo segunda. Con resolución tajante, contante y sonante, le dije que no me parecía que tuviéramos nada en común y que muy lindo todo, y que te vaya bonito. El rezongó, diciendo que al final, a el nadie lo quería. Y yo pensé: capaz…si al menos fueras las sierras de Córdoba, no te digo una Cordillera de los Andes, te digo unas modestas sierras de Córdoba, pero así, siendo la Pampa, la única que te va a querer es tu mamaa, o en su defecto, una chica así lisita como vos, la Patagonia, ponele.

Nosotras también regresamos, como los ex’es, al amor de nuestro blog.

Varias cosas han cambiado desde que a mi brillante amiga Ng se le ocurrió esto de bloggear…tantas como por ejemplo: ninguna de las dos vive ya en aquel pueblito del midwest norteamericano. Ng, que siempre tiene un poco más de suerte, mudó su largo cuerpo a Paris, bueno, ponele que suerte no, ponele que tiene más cabeza, más persistencia, más work ethic (among other fantastic qualities) y entonces se fue a la gran ciudad. Pero yo, Dinga, no tengo todo eso, y aun así, podríamos decir que tan mal no me va, ya que ante cada tropezón, me levanto, me acomodo el cuello que se me desbocó, y le doy para adelante. En este caso, no le di para adelante, sino un cacho para el costado, ya que mudé mi cuerpo no tan largo un poquito hacia el Este. Mi gran objetivo, la meta que esperaba ansiosa, era que después de pegarle a mi nombre la P , la H y la D, pudiera mudar mi no tan largo cuerpo al Este, pero al Este del todo, al Este que está al ladito del mar, ese Este que si das un par de pasos más, te caes al agua. Pero no, le puse las tres letras a mi nombre, y me corrí un cacho, avancé un par de kilómetros hacia el Este, pero fui a parar a una nada peor que la anterior.

En esta nada me encuentro desde Julio del 2010, y me acuerdo cuando al dar la medianoche del 2009, mirando fuegos artificiales y compartiendo una copa (es decir, compartiendo –literalmente- UNA copa) de champán que nos habían dado “para gratis”, Ng y yo brindamos diciendo que el 2010 iba a ser un gran año. Y capaz lo fue, en algunos aspectos, ponele.

Acá en la nada misma pasé el verano, remojando mi no tan largo cuerpo en la pileta, y haciendo listas mentales de –como dicen los gringos- todas mis bendiciones. Y me impuse paciencia, y la practiqué.

Pasaron los meses, comencé mi nuevo trabajo, y seguí imponiéndome paciencia, mucha, paciencia de esas que se autoimponen ya que estoy casi convencida del hecho de que es imposible tener esta cantidad de paciencia naturalmente.

Y si antes, en el otro pueblo (que comparado con este es propiamente una metrópoli al estilo NYC) Ng y yo hablábamos sobre la dificultad de sostener una vida ya sea amorosa o sexistica, acá…en mi nuevo villorio de pocas casas y poca gente, es IM PO SI BLE.

Y en el villorio, mi condición cambió, pasé de “ser sola” a también “estar sola”, (el ser y estar que tanto tortura a mis alumnos) sola de tanta soledad, que para conservar mi sanidad mental empecé a enumerar las personas con las que tengo contacto: la sra que todos los días después de las 5 viene a vaciar el tacho de basura de la oficina, 2) el chico del front desk, que me pregunta que hice el fin de semana y yo contesto: trabajé, 3) algún que otro vendedor que me pregunta si quiero el recibo, 4) el chico del super que me embolsa la compra y me pregunta si quiero bolsa de papel o bolsa de plástico, 5) la administradora del complejo donde vivo, a quien visito a menudo ya que muchas cosas se rompen a menudo, 6) mi jefa, a veces mis colegas, y claro, mis alumnos.

Y entonces agradezco, infinitamente, con todo mi corazón agradecido, a quien sea que haya inventado la Internet, al Sr. Bell que nos dio el teléfono, y a todas aquellas personas que me hacen compañía por estos medios.

Ocurrió entonces una mezcla resultante en un cocktail molotov de lo más amenazador: mi absoluta falta de interacción en tiempo y espacio real con seres humanos, mi residencia en este villorio de pocas casas y poca gente, la ubicación aislada e inconveniente de tal villorio, y mi paciencia (aquella que me autoimpuse) en rápida disminución, hicieron que mucha gente empezara a recomendarme online dating, y cada vez que alguien sacaba el tema, me ofrecían las más fehacientes pruebas, comprobadas –quien sabe por quien- empíricamente (como le gusta tanto a mi amiga Ng) y exponían las dos o tres historias exitosas que ellos conocían. Estas historias, eran, por supuesto, de un “lugarcomunismo” que me ofendía, me ofendía tanto como me ofende que en un velorio, la gente le diga a la esposa y los hijos del muerto: vas a ver que va a estar todo bien. NO, se les acaba de morir el marido y el papa, NO va a estar todo bien, idiotas! Esa mentira que se cree reparadora de ánimos alicaídos es tan insultante como usar el lugarcomunismo de historias de amor exitosas.

Las historias plagadas de “y vieras como ella no creía que fuera posible y al final se terminó casando con un tipo que conoció online” se iban acumulando en mi cerebro, y entonces decidí, que el espacio en mi cerebro era imprescindible para ser ocupado por otras cosas mas importantes y encontré que la única manera de no escuchar más historias de ese tipo era protagonizar la mía propia.