viernes, 25 de febrero de 2011

Easy come, easy go. O...30 dias y le devolvemos su dinero.

Me siento tan rebelde como aquel día que la Chiqui dijo “carajo mierda” y quedó registrado para la posteridad. Hoy yo, la Chiqui Dinga, que sé que me debo a mi público, me rebelo y digo “carajo mierda”. Sé que querían detalles, pero les juro que intento, intento con mi mayor dedicación, pero escribo algunas oraciones y no puedo seguir. Entonces, mis querid@s lector@s, voy a tener que darles una versión cortita y al pie, para ver si de momento podemos poner a un costado la historia con El Futbolero J y darle para adelante. Es decir, ofrezco aquí un relato muy sucinto de los hechos ocurridos, sin entrar en reflexiones, hipótesis, conjeturas o detalles.
Primer encuentro: sábado a la noche, bien. Amague con irme a mi casa al terminar la cita pero la niebla en el camino me impidió llegar, pegue la vuelta y me quede en lo del Futbolero J.
Segundo encuentro: martes siguiente (creo, ahora se me borra) fui a su casa y a la mañana siguiente ambos partimos de viaje (cada uno a un destino diferente)
Durante las vacaciones de acción de gracias, yo, además de dar gracias y comer pavo hasta decir “no de nuevo, decía” recibí innumerables textos del Futbolero, quien, promediando el viernes o el sábado me dijo que me extrañaba, y me dijo que le había dicho a su jefe (con quien compartía el viaje) que estaba en una relación seria.
Tercer encuentro: domingo a la noche, de todos modos, mientras manejaba de regreso de Chicago hacia Columbus, El Futbolero J intentaba convencerme por teléfono que el quería una relación, que estaba convencido y yo, que de golpe vi un enanito verde en la ventana de mi auto que me decía: alerta alerta, le advertí (no al enanito, sino al Futbolero) que no me apurara, que era pronto y que debía entender que yo me había quemado con leche y que él era una vaca (no por lo regordete, digo).
Cuarto encuentro (no recuerdo si fue martes o miércoles) el futbolero vino a mi pueblucho. Refunfuñando porque se había perdido en el camino, aun cuando le dije infinidad de veces que NO agarrara por la salida 16.
Quinto encuentro: (jueves) fui yo, El Futbolero me llevó al aeropuerto y yo partí a una conferencia, volví el viernes. Estaba estipulado que el sábado siguiente, íbamos a ir a ver un partido de hockey (¿??) con el, su jefe y la esposa del jefe. Yo había dicho que si a la invitación pensando que el me invitaba a mi sola, y en un gran intento de demostrar mi tolerancia pense, bue…ponele que un partido de hockey no es mi idea ideal de “nuestra primera salida” pero bueno…tiempo después me di cuenta de que era una double date, con gente que yo no conocía. Y la ecuación que hice fue, si nunca salimos solos, si nunca hicimos más que quedarnos en su casa o en la mía, porque vamos a salir con otras personas? No deberíamos primero consolidar lo nuestro? (enanitos again). Así que, el sábado fuimos al partido, no la pasee mal. Domingo vinimos al pueblo ya que yo tenia que hacer mis valijas, volvimos a Columbus el mismo día, el lunes el se fue a trabajar at the crack of dawn, y yo espere hasta la tarde, cuando me llevó al aeropuerto ya que yo partía para Argentina.
Durante mi estadía en Argentina hablamos todos los días, el manifestaba su impaciencia, cuanto me extrañaba, cuantas ganas tenia de verme, y yo, fui cayendo y cayendo, devorada por las fauces de unas migajas de atención, que comparadas a la ausencia total que había tenido en relaciones previas, parecían relucir como oro.
Volví luego de 23 días, pasamos mi cumpleaños juntos, que estuvo bien, pero no excepcional. Yo, estaba contenta, sonreía, me sentía querida, me sentía importante, El Futbolero me mandaba mensajes, me decía que me extrañaba, era afectivo, cariñoso, pero era también chinchudo, medio gritón, intolerante, impaciente, también egoísta (enanitos, again) y cada vez más insistente con mirar futbol.
Dos semanas después de mi regreso, tuvimos nuestra primera discusión, que fue justamente, acerca de mirar futbol. Pero en ese momento, también dije cosas como: no sabes nada de mi, porque jamás me preguntas nada y cuando te cuento cosas, permaneces en silencio, dije también que estaba bien que mire (es decir, miremos) futbol, pero que como los fines de semana eran los únicos días para vernos, podíamos tratar de hacer alguna otra actividad. El Futbolero J, a regañadientes, pareció estar de acuerdo. Pero a la semana siguiente, ocurrió otra vez lo mismo, yo refunfuñe otra vez, el dijo que no quería discutir, yo insistí un cacho, el dijo que no le interesaba hacer ninguna otra actividad, y ahí los enanitos comenzaron a dar saltos alrededor mío.
El Futbolero J se enojo, se ofusco, y permaneció ofuscado hasta el día siguiente, y quien sabe cuanto más. Al día siguiente, yo esperanzada de que “al nuevo día había que vivirlo con alegría” me tope con su mal humor que no solo continuaba sino que parecía haberse agravado, y entonces, él pronunció las tan comúnmente citadas palabras “no sé si quiero seguir, necesito tiempo para decidirlo” Yo, Dinga, que no entiendo de tiempos, que no sé nada de paciencia, que no comprendo la necesidad de espacio, y que encaro estos temas simplemente, no comprendí. Pero di tiempo, di espacio, y di silencio.
Unos días después El Futbolero J reapareció (vía mensaje de texto a las 6.00AM) y propuso una charla (por teléfono), en la charla charlé yo, y él dijo que seguía sin estar seguro. No voy a decir aquí lo que le dije a él, pero puedo resumir diciendo que expuse mis ganas de seguir, me disculpé, dije que entendía que tenia cosas para cambiar, dije que me parecía que sentíamos cosas fuertes como para tirarlo todo por la borda, y ante la indecisión del Futbolero, me llamé a silencio, nuevamente. Unos días después, El Futbolero J me dejó oficialmente, por mensaje de texto, a las 5.40AM. Y así fue, como lo que rápido vino, rápido se fue. Y yo quedé, un viernes a las 5.40AM despierta, con los ojos abiertos como el dos de oro, con el ancho de espada clavado en el corazón y con todo el fin de semana por delante para decir: “quiero retruco” pero no lo dije y me fui al maso, o mejor dicho, me fui al sillón, donde permanecí con pijamas hasta el lunes siguiente, pensando en que no me faltaba envido, sino un novio que me había durado lo que un pedo en un canasto.

1 comentario:

nGa dijo...

Leerlo así, todo junto, da realmente la impresión de un tren de enanos de todos los colores. ¿En serio te dijo que te extrañaba y que había dicho que estaba en una relación seria después de verte DOS veces? Ahora, ahí tenés alguien que cree en el amor a primera vista, eh. Menos mal que no se casaron, ahí sí que iba a salir caro traerte de vuelta.