martes, 21 de octubre de 2008

El catálogo de los nabos (abreviado)

Va sin citas de la Ilíada, pero con igual dosis de aburrición para el lector. Incluye solamente los que han sido considerados en las últimas dos semanas.

1. El requeteviejo (antes denominado el viejo, hasta que me di cuenta de que apenas si lo superaba en edad al profesor, quien fue a ver a los Sex Pistols cuando sacaron el primer álbum). El requeteviejo me mandaba un mail por día, muy simpáticos y divertidos, por lo cual yo no me quejaba. Nos encontramos a tomar un trago, y estaba tan contento de que una mina que no estuviera en silla de ruedas potencialmente le diera bola que llamó a su hermano. Sí, así como les digo, lo llama al hermano y en un momento yo levanto la vista y hay tres salames que me miran con devoción. "Wow" dice el hermano. Hombre de pocas palabras? No. "Can you turn around?", pide a continuación. No, ¿no? El final de esa historia la guardo para otro momento. El requeteviejo y su familia definitivamente van en "too much", demasiadas palabras, interés, edad. Conclusión: ¡flit!

2. Buen pibe (aka bepibu). Edad: imberbe. Otro bicho de internés, este bepibu me cuenta de su gato, de las series que mira, de sus intereses por la cultura (así. No dice pintura neobarroca, o cine francés, o siquiera una categoría igualmente vasta e inexistente como libros). El bepibu se estanca en lugares comunes que -a una, que se ha vuelto una experta en quejarse de esta tierra en la que residimos- le revuelven el estómago: "if corn=culture, we'd be up to our ears in it." Literalmente. Ah, y terminan diciéndole a una que sí nos podemos encontrar cuando tengas ganas, no estoy muy ocupado esta semana, apenas buying stuff for my Thanksgiving costume. No, no, carigno, no. No. No me cuentes estas cosas, no. No va.

3. El hijo pródigo. Edad: indeterminada. Sintaxis: compleja. Largo del último correo que me dirigió: dos páginas. En éste detallaba que había vivido en muchos países, y que recientemente retornó al mediooeste para cuidar de sus padres en su senectud, porque ellos le han dado la mejor vida y educación que jamás hubiera soñado. Me puedo encontrar cuando quieras de noche, me dice, porque mis padres se van a dormir antes que yo. Ídem que al candidato #3.

4. El bisnisman. Como buen ingeniero, corta a la carrera: me quiero encamar varias veces por semana, pero no me interesa conocerte. Interesante, muy interesante. Por si las moscas, le pongo una trampa: un cuestionario acerca de sus costumbres higiénicas en cuanto al sexo. Este cuestionario es muy útil, para aquellas que decidan seguir mi mismo rumbo, y me ha servido para yuyar afuera a varios zapatos que se asustan fácilmente. Impávido, me festeja que tenga la cabeza bien sobre los hombros, y se ofrece a hacer varios tests. Epa, ¡gol de media cancha! Pasa a la preselección: esta noche nos encontramos a tomar una cerveza. ¡Detalles para más tarde!

5. El carfan. Ay, cómo me enferma cuando me ponen cuánta plata tienen, que tienen su propio negocio, que se mantienen ocupados con sus tres autos. Y para abrocharlo dorado, me mandan una foto en uniforme de mecánico. ¡FFFFFFlit! Pero no tan seguro como al requeteviejo, que quizás debajo de la costra de grasa vieja se halle un diamantino donjuan.

5 comentarios:

mj dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
mj dijo...

La misma amiga que me pasó las sabias palabras de mi comentario anterior era hasta ahora mismo la persona que con seres más extraños se topaba en su infructuoso camino por encontrar un compañero de cama. Te felicito, Ng, la bajaste al segundo escaloncito del podio. Ni las enfermedades genéticas que hacen que tenga las plantas de los pies completamente ampolladas, ni las precipitaciones desesperadas disfrazadas de amor eterno de los nuevos divorciados, ni el que antes de pasar con ella la segunda noche desistió porque no tenía cortinas en su habitación se parecen a este rosario de salames que en tan poco tiempo has sabido conseguir. ¡Coronada de gloria vivas!
Ah, por cierto, ¿se reciben apuestas? Yo pongo tres porotos al bisnisman. ¡Quiero noticias!

Dinga dijo...

Yo pense, ya que desistimos con el libro de autoayuda, que quizas existe otra manera de llenarnos de plata.
Capaz si contactamos a un afanado coleccionista, podemos negociar un buen precio, y vendemos nuestra coleccion de pelotudos. Hacemos asi, los ponemos a todos juntos, en fila si quieren, si no da igual. Cada uno sostiene en la mano una cartulina con sus datos basicos y sus caracteristicas. Asi como cuando uno que no te conoce te espera en el aeropuerto. Y entonces el coleccionista, recorre la fila y dice (tal como hacia yo en la primaria cuando intercambiaba figus de Sarah Kay) late...late...late...nola! Aunque casi me atreveria a garantizar, que este buen Sr. no tiene a ninguno de estos ejemplares en su coleccion, ya que, como bien sabemos, pa' coleccionar pelotudos, no hay nadie mejor que nosotras! Bienvenida al clan *, aunque me hubiera gustado invitarte a un club un poco mas feliz y divertido.

Ng dijo...

*, gracias, gracias por el elogio, pero me parece que las otras historias que mencionás son bastante más desopilantes. Éstos de quien yo hablo son seres normales. Son cualquiera, pero normales.

Dinga, me copó tu idea! Fijate qué negocio, ¿quién no va a querer tener un naboleti así en su entorno? Nos juntamos el finde a hacer los currículums, ¿dale?

Dinga dijo...

Te aviso, querida *, que luego de debatir, movimos los porotos hacia el hijo prodigo. No por ninguna razon especial, fue mas bien por simple descarte.
Aunque quien te dice Ng, capaz te visita algun muerto vivo, como a mi, solo roguemos al dios de los licuados de banana (que siempre es tan generoso y siempre nos ampara) que el muerto vivo que se te aparezca sea el de los 13 polvos! Y si lo llamas? insisto...