sábado, 25 de octubre de 2008

¡Qué tacho!


Así como Dinga está amparada por su dios bananero, mi vida parece gobernada por Janus, el bifásico dios del umbral, representando a una vez el fin y el principio, la civilización y la barbarie. Si existe, este dios se las ha ingeniado para poner en mi camino varios de sus seguidores, disfrazados de personajes aparentemente normales, pero que esconden bajo la máscara sonriente pura oscuridad.

Uno de éstos fue Barman. Barman era jovencito - apenas había alcanzado la mayoría de edad cuando yo ya me acercaba a la treintena. A pesar de ello, demostró una capacidad de aprendizaje impresionante, y rápidamente se volvió mi más preciado alumno-candidante. Pasó de ser una piltrafa sexual que se cansaba a los 15 minutos, a ser mi dios personal, el único que me ha superado en libido, el protagonista de ese famoso 14-en-22-horas que menté en el primer post. Ah, ese recuerdo me persigue agridulce y jánico: saber que uno puede alcanzar tal cantidad y calidad a una vez me impulsan hacia el futuro, a buscar otro con quien hacer lo mismo, pero también no permiten que nadie parezca tan bueno como él, anclándome en la memoria. Muchas veces me he dicho, qué tacho, haber tenido la suerte de saber que ese ideal no sólo es posible, sino que lo he vivido. Y aun si jamás puedo repetirlo, me queda el recuerdo de la cama, el sillón, la pared, la otra pared, el piso, la cocina, la bañera, la cama de nuevo, etc. etc.

Tristemente, después de seis espléndidos meses, Barman terminó la facultad y se mudó a otra ciudad, y yo mudé mis favores a otro. Sin embargo, seguimos en contacto, y cuando me dijo que estaba pensando en visitar este pueblillo mío para encontrarse con unos amigos, le ofrecí que se quedara en mi casa. Como yo soy turra, sí, pero con uno solo por vez, él dormiría en mi cama y yo en el sillón. Esa fatídica noche, Barman salió con sus amigos, y su ebriedad al retorno lo llevó a ignorarnos a mi computadora y a mí sentaditas en el sillón y enfilar directo para el dormitorio. Poco después, me fui a dormir recordando aquel fin de semana idílico, maldiciéndome por mi enfermedad monogámica cuando tan cerca tenía a este amante perfecto, y tuve sueños raros. Soñé con fuego, noche, y lluvia. La lluvia finalmente me despertó. No era un sueño, pero tampoco llovía. Sin embargo, el sonido de lluvia allí estaba. ¿De dónde venía? 

Insegura hasta de mi sanidad, eché un vistazo hacia la fuente del ruido, el tacho de basura a dos metros de mis pies. Allí parado, literalmente meando en el tacho, estaba Barman.

Janus, ¿me estás jodiendo? Ahora que la soltería me ha quitado hasta la curtida mensual, ni siquiera puedo soñar con mi amante perfecto, porque el pensamiento de su dingaling está indelible y dolorosamente asociado con un tacho de meo. Lo he charlado con él, ojo. No me acusen de haberlo descartado por un poquito de pis en un lugar en el que, de cualquier forma, por definición no reina la limpieza. Pero él me comentó, una vez que el alcohol en su cuerpo (y el tacho) se hubo evaporado, que no era la primera vez que le pasaba, y que estaba contento de no haberlo hecho sobre la alfombra, como había ocurrido en otras ocasiones. Así que hasta que no me mude a una casa con pisos de plástico lavables al Barman yo no lo invito a pasar la noche.


4 comentarios:

Dinga dijo...

Yo Ng, que brego por tu salud mental y física y la alegría de tu amiga de ahí abajo, sigo pensando y tratando de encontrar soluciones. Y mi cabeza, que se dispara a lugares muy raros, así solita, sin que yo pueda controlarla, hace de las suyas sin pedir permiso ni perdón. Entonces de golpe, asocie la escena de regar el tacho de basura con meada, con mi primo. Ahhh pero poque? Dirás vos. Y paso a explicarte aunque la imagen que tuve no haya sido muy feliz. Mi primo, que tiene y siempre tuvo “problemitas” se meo en la cama hasta muy entrada su niñez. Y cansados de sacar el colchón al sol, mis tíos lo recubrieron con un plástico. Ahhhh que bien, y esto a que viene, dirás vos. Pienso que no vale la pena esperar a que te mudes a un depto con piso de plástico (que por cierto seria un depto muy feo) sino que lo podes tapizar – al piso digo- con un plástico, así como mis tíos tapizaban el colchón. Porque digo, cuanto más tiempo pase más se olvidará Barman de sus habilidades sexisticas y vos te quedarás con el agridulce recuerdo, de los muchos polvos, y de la regadita de tacho. Que mejor que borrar esos recuerdos con un recuerdo mejor?
Dicho esto, no creas que no tengo una segunda opción! Porque mira como te colaboro con tu causa. Pensé que otra posibilidad sería que incurras con uno de los míos, los oscuritos de dingalingues grandes, que no solo tienen fama por su dingaling, sino también por ser mucho mas ávidos al sexo que los paliditos. Y además, como ya te aclare, no juegan drinking games ni nada de eso.
Y como yo que soy hija única tuve que aprender a compartir a la fuerza, y como en mi barrio cuando alguien sacaba la bici a la vereda, vos me decís: daaaaale prestamelo una vuelta que vos lo tenes todos los días, te extendería gustosa el teléfono de CJ, por ejemplo, y te das una vuelta, quien te dice, quizás 13, y entonces vos le podes mandar un texto que diga: hello, y ves que onda desde ahí. Que tul? Te lo dejo pensando….

Mariana dijo...

Ainda lembro de isso!! Ja ja que horror, creo que con esa te llevaste el premio a "quien bancó consecuencias mas desastrosas de una noche de alcohol ajena"

Mariana dijo...

Pd. Cristian te linkeo a su blog así que ya tenés más público argentino

Ng dijo...

Chas gracias a Cristian! Quería linkearle su blog acá, pero no lo conozco, ¿me lo compartís? ¿Porfis?