domingo, 19 de octubre de 2008

La carne no es tan débil

Quería compartir contigo, Dinga, y con el estimado público, que este día me saqué un premio a la decisión. Me levanto, como tantos días últimamente, pensando que si no me consigo un tipo ya, se me van a caer las partes, o como decía la china, se me va a cerrar el negocio, porque una es como la mayonesa: dura y dura, hasta que la abrís, y después si no la usás se vence. El dilema ético-moral, entonces, era el siguiente: 
a) una quiere; 
b) una puede usar el famoso texto (eh, loco, qué te pasa que le reclamás a Dios que invente una cosa tan útil) pa' conseguirse un muchacho por medio de la famosa booty call (o bounty call, porque una es bountiful if nothing else); pero - y aquí nace el dilema- 
c) una no debe. No. No debe caer en la tentación de llamar al profesor.

¿Por qué, me preguntas, querida lectora? Porque es matemático: dos puntos determinan una recta. Punto 1: segunda cita con el profe. En el eje x, el tiempo: tiempo 1. En el eje y, la performance: le pongo un 5. (EEEEh, me dicen, un cinco! Para qué saliste de nuevo si era apenas un cinco, eh! Simplemente porque la primera vez los hombres se ponen nerviosos, no saben a qué atenerse, o están desesperados, y se les va va va se fue! La segunda vez, por otra parte, es determinante. Ahí ya saben que una volvió a la casa y les mandó un correo, detallando lo bueno que estás, lo bueno que estuvo, mirá cómo me ponés; en definitiva, el ego se les sube a las nubes, y debe impactar muy positivamente en la segunda cita.) Punto 2: tercera cita con el profe. Las coordenadas son (2,2). Así nomás. Decayó de una manera que ni les cuento. El horror, el horror, como diría Kurtz. Qué aburrido, qué predecible, qué corto (aplicable a tantas cosas). Todo mal me hizo el buen hombre.

Con estos dos puntos, trazamos una recta, y predecimos la performance: para x=3, y=-1. Pura matemática, les digo, no hay caso. En combinación con esto, una tiene la regla del 3 (que no es la que aprendimos en la escuela, ojo). La regla del tres, de acuerdo a Emily Gilmore, es: la primera es para limpiar el paladar, la segunda es para acostumbrarse, la tercera es para decidir. (Ella estaba hablando de comida, pero entre la comida y los hombres hay un solo paso.) Te lo explico, Dinga de mi cuore, si uno repite por tercera vez, es porque gustó. Si no gustó, una es una reverenda p6l0t3d4. Per essempio, si una amiga te pregunta con cuántos te has acostado, la respuesta sólo puede incluir tipos con los que has estado por lo menos tres veces, porque la tercera fue con conocimiento de lo que uno iba a encontrar - las dos primeras son las test runs.

Ahora volviendo a mi caso de hoy, la gran pregunta era: ¿es la carne lo suficientemente débil como para reincidir, con la probabilidad de encontrarse con un menos-uno? 

Pues no. Me ajusté el cinturón de castidad, y le dije tanto al hambre como al hombre adiós. Y trabajétrabajétrabajé, y miren que bien estoy. 

Ahora, mañana de mí no respondo. Hay un límite para todo, hasta para la matemática. Y, quién sabe, quizás la función que mejor describe la performance sexística no sea una recta.

1 comentario:

Dinga dijo...

No, estimo que no es una recta, sobre todo si pensamos que muchos dingalingues son crooked, tal como el dingaling del dios del dingaling, Mr Banana Shake, que en paz descanse.
Que nos pasa? Ng, que es lo que nos pasa? De repente, así como quien no quiere la cosa, nos ocurrió que de golpe nos dimos cuenta que no necesitábamos tanto a los hombres como creíamos. Porque bien decís, la carne no es tan débil, y tampoco el corazón.
Ya que, al fin y al cabo, el hombre (y me refiero aquí a la raza humana) es un animal de costumbre. Y un día me acostumbré a tener a alguien, a dormir con alguien, a garchar con alguien, a pasar largas horas con alguien, que al fin y al cabo no me gustaba tanto, pero me acostumbré. Y el mismo día que me tragué la bocanada de flit, comenzó el proceso de desacostumbramiento.
Y este fin de semana, el mismo fin de semana que vos te quedaste sin garchar, yo me quede sola y solita en mi casa, con mi hamburguesa, mi helado, mis chocolatines y mis películas, dándome cuenta que en realidad eso ya no me ponía triste, y que la compañía que un día tuve y otro día no tuve más, ya no parecía tan importante.
Buena dupla vos y yo Ng, menos mal que te tenemos para referirte a la parte sexistica y menos mal que yo compenso con la amoristica. Aunque insisto, como siempre te digo, que no están tan separadas como queres creer.